Hoy quiero compartir con vosotros un artículo muy interesante que leí en babog.org.
Es una manera diferente de ver el comienzo de la escolarización. En mi caso confirmó muchas cosas de las que pienso y además me hizo reflexionar sobre otras cosas que sinceramente no sabía.
Espero vuestras opiniones y comentarios, creo que es fundamental el saber escuchar diferentes opiniones, para así poder confirmar o refutar las nuestras.
He aquí el artículo.
Tienes un bebé y el mundo de repente se transforma. Con tus instintos, con el bombardeo de las opiniones de los demás, con el fallo/acierto vas criando a esa criatura. Y poco a poco te vas sintiendo más cómodo en tu papel de padre/madre, y ves cómo se va desarrollando ese pequeño ser humano, como comienza a andar, como comienza a comer, como aprende a reír, a hablar, a relacionarse con los demás…Y, si eres paciente y tienes la información, te das cuenta de que lo hace solo, poco a poco, a su ritmo, imitando, que sólo tienes que admirar el proceso y sentar las bases para que sea posible. Además le juntas con otros niños de su edad y cada uno sigue su propia forma de hacer las cosas, sus propios métodos y su propio ritmo. Cada niño se desarrolla a distinto tiempo.
Pero, de repente, cumple 3 años. Y en países como España los niños, a los 3 años, van al cole. En España la escolarización no es obligatoria hasta los 6 años, pero está extendida la “necesidad” de que empiecen el cole antes. Las razones están basadas en un modelo educativo que sirve a nuestra sociedad de consumo: padres y madres que trabajan, niños que necesitan ir a algún sitio, y qué mejor sitio que la escuela, donde un grupo de educadores van a educarles.
Y el individualismo muere
Tu hijo será uno más y tendrá que desarrollarse y aprender cómo hayan estipulado en el sistema educativo. Si a los 3 años ya no lleva pañales, pues ya no lleva pañales. Que aprenda a la fuerza. Y si la unidad didáctica que toca implica los colores, pues conocerá los colores, aunque él o ella estén más interesados en aprender a saltar. La educación reglada olvida la principal herramienta del niño para aprender: el juego. Un conjunto extenso de normas aparece y aniquila toda curiosidad propia del individuo. La creatividad se castiga y se premia la conformidad. Ahora hay que aprender lo que los adultos han considerado válido y al ritmo que ellos han estipulado.
Si falla en la adquisición de estos conocimientos se le reforzará y quedará claro que es distinto al resto. El sistema no está capacitado para la individualidad. Dentro del grupo comienza la competición. Los mejores y los peores. Los más listos, los más tontos. ¿Cómo podemos permitir que un niño de 5 años esté “deprimido” porque no ha sacado buenas notas? ¿Cómo se puede evaluar a un niño de 5 años? Deberíamos tener el derecho de fallar sin ser censurados. Cuando una persona no es censurada, naturalmente trabaja para mejorar sus propias debilidades.
El ritmo mágico de aprendizaje se ha roto
En muchos casos se rompe a edades más tempranas, cuando les llevamos a las guarderías, perdón, a los centros de educación infantil. El desarrollo de nuestro hijo empieza a estar en otras manos. Lo que nosotros admirábamos, ahora es admirado por otros. Y guiado, a veces sometido. Y nosotros, pues a hacer lo verdaderamente importante: trabajar horas y horas, comprar, preparar el siguiente día de trabajo y así.
A partir de ciertas edades, en muchos casos muy tempranas, socialmente los padres/madres consideran y son considerados como “no profesionales” para educar a sus hijos. ¿Qué es educar a un hijo?
Sólida estructura familiar
Si bien estoy a favor de un sistema educativo público y accesible, sobre todo para aquellos desfavorecidos que están mejor en un centro educativo que en sus propias casas, y a favor del libre acceso a estudios y datos, fallo a entender cómo un niño que crece en una sólida estructura familiar necesita una estructura externa para desarrollarse en todo su esplendor, sobre todo hasta los 6 años.
Por sólida estructura familiar no quiero que se interprete “familia con dinero”. Cada vez más existen familias humildes, de clase media, o de clase alta, que adaptan sus formas de vida a la llegada de los hijos. Sólida estructura familiar es aquella que se adapta en lo posible y más ante la llegada de un hijo, la que respeta y ama a es nuevo miembro. ¿Quién dijo que tener un hijo no requiere cambiar radicalmente la forma de vida de sus padres/madres? ¿Quién dijo que un niño no necesita al menos de un adulto al lado que le haga sentir querido, protegido y que le proporcione el espacio y la dedicación para crecer como ser humano?
Sistema erróneo
Los educadores no pueden ejercer esa labor si trabajan dentro en un sistema educativo enfermo que prima el currículo formativo y la burocracia por encima del cuidado individual. En edades tempranas, especialmente, de 0 a 6 años, para que el/la niña adquieran el amor por aprender y suficiente autoestima para enfrentarse al mundo, deberían sentirse queridas, respetadas y únicas. No moldeados, juzgados y examinados por el sistema. ¿Qué queremos que aprendan nuestras hijos?
Por otro lado, los niños aprenden por imitación. Si están con niños de su misma edad y sólo un educador por cada 20 niños o más (depende de cada país), ¿qué aprenden? Aprenderán a reproducir lo que hacen otras niños, y del educador o educadora a leer, a sumar, a restar… Pero no aprenderán a desarrollar su propósito en la vida, su unicidad, sus propios criterios.
Muchos padres y madres sufren cuando sus hijas comienzan la escuela, porque viven esa frontera, esa barrera entre casa y el cole. Aunque el sistema procura mejorar y permitir que los padres/madres tengan voz y voto, esta voz es muy limitada, porque además deben alcanzar el consenso para ser escuchados. Los hijos forman parte de un conjunto, al igual que los padres/madres, aunque con proyectos individuales dentro de ese conjunto, y cómo tales son tratados.
Es fácil dar con padres, madres y educadores frustrados dentro del sistema.
En este sistema se engloban las necesidades políticas, económicas y sociales del país donde se imparte, esto es, que si es una sociedad tecnificada, buscará crear individuos formados para poder enfrentarse a ese mundo, individuos sumisos que luego aguanten largas horas de producción, etc.
Creo que padres/madres y educadores en estos sistemas educativos de sociedades enfermas están en el mismo barco, en un barco que va con rumbo, a la sumisión, a los problemas con adolescentes (¿si le obligamos a acatar normas por encima de su propio yo cómo queremos que luego diga “no”?). Tanto educadores como padres/madres deberíamos plantearnos qué es lo que nuestros hijos necesitan aprender, qué es lo verdaderamente útil para enfrentar este mundo.
Informe PISA (OCDE)
Los informes PISA de la OCDE (para más información Informe PISA)
evalúan en los distintos países sus sistemas educativos, no sólo el currículo formativo sino también el “oculto”: la motivación de los alumnos por aprender, la concepción que éstos tienen sobre sí mismos y sus estrategias de aprendizaje. Pues bien, España es uno de los países que están a la cola, siendo su currículo formativo de los más extensos. ¿Qué significa esto? Que en el cole, nuestros hijos son sometidos a grandes cantidades de información desde edades muy tempranas, pero ni su motivación por aprender, ni su autoestima, ni sus estrategias de aprendizaje son buenas.
En países como Finlandia, los niños no van al cole hasta los 6 años. Porque de 0 a 6 años el/la niño explora sus habilidades, sus capacidades y sienta las bases para esos tres puntos que señalaba antes. Tiene que formarse como individuo y conocerse antes de enfrentarse al mundo. La Pedagogía va de la mano de la Psicología Infantil y no en su contra. Hasta los 6 años no aprenden a leer, ni a escribir, ni a nada que ellos no quieran aprender. Hasta los 6 años exploran, juegan. Se aprenden a sí mismos, fomentan sus mejores cualidades y aprenden de sus errores, aprenden a aprender. Por imitación son respetuosos y colaboran felizmente en las tareas comunes, sin que éstas sean impuestas.
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